COMPARTIENDO DESPENSAS CON ALEJANDRO (Y MARÍA)
En estos tiempos de pandemia y desastres naturales -como inundaciones y huracanes-, se han hecho en Yucatán diversos grupos de ayuda para conseguir dinero, despensas, ropa o lo necesario para ayudar en pueblos, a personas de bajos recursos, o que se quedaron sin trabajo, o gente que perdió casi todo además de familiares.
Orlando, mi esposo, y yo nos hemos dedicado a ayudar en un Asilo, pues como nadie puede ir a visitar a sus familiares, los donativos han bajado. Llevamos artículos de despensa e higiene, pero sin poder ver a los viejitos, por la seguridad de evitar contagios.
En cambio ayer que fuimos a entregar despensas con Alejandro (que, con María ya han llevado mas de 1,300 en 40 viajes por los pueblos) pudimos entregar a las personas directamente y ver sus reacciones cuando les llega la ayuda. Madres solteras, viejitos de 80 años, mujeres y hombres sin trabajo, familias muy pobres a las que se les está cayendo su casa de palos o son damnificados de las inundaciones. La gente nos recibe con gusto, saben que no somos del gobierno o partido político, y que esa despensa les va a ayudar a comer un poco mejor por unos días.
Los niños que recibieron una pelota
agradecen con sonrisas y se dejan tomar su foto (que luego se manda a
los benefactores); varios viejitos, muy platicadores nos reciben
diciéndonos "papacito, mamacita, esta es su casa" y contándonos lo que
ellos hacían de jóvenes o alguna vivencia.
Otras personas nos platican de cómo se están ayudando -ahora que no pueden salir de sus casas-, sembrando lechuga, o frijol, o ibes en su traspatio -lo que el terreno, lleno de laja, les permite- cosas que no necesiten raíces y así tener para comer o paea vender aunque sea 5 pesos de lechuga.
También hacen
panuchos, bordan tapabocas, lavan y/o remiendan ropa desde su casa,
salen al 'monte' en sus triciclos a buscar maderas para vender o
cocinar. Me gusta que no es gente que esté sentada esperando ayuda;
buscan la forma de sobrevivir, de comer, y de darle a sus hijos.
Y estas despensas mensuales les ayudan con arroz, frijol, sal, azúcar, aceite, pasta, jabón, pasta de dientes, atún… por lo menos por par de semanas.
Alejandro y María han ayudado a muchas de estas familias, pero también nos han ayudado, -a los que ayudamos con dinero o yendo a repartir despensas-, a darnos cuentade la realidad que existe en los alrededores de Mérida. El pueblo al que fuimos ayer, está pegado a la ciudad, y uno no se da cuenta de los problemas e historias tristes que muchos del pueblo tienen.
Nos contaba Alejandro que en general la gente es más alegre, pero ayer con el frío que hizo, salían más rápido y no platicaba tanto. Y vimos algunos que salieron sin suéter y algunos niños sin zapatos; hay casas que son de lámina, o de palos con lodo y el frío -con la humedad de aquí- debe de ser terrible durmiendo en hamacas.
Eusebio y Olga, moradores del pueblo de Chablekal, son un
matrimonio no ricos de dinero pero sí de generosidad, que decidieron que
podían ayudar y son quienes buscan a los más necesitados de su
comunidad. Gente muy buena que casi todos en el pueblo conocen y
saludan.
Tantas historias difíciles. Sin embargo uno se queda tocado
por la alegría, el agradecimiento, el gusto con que la gente recibe la
despensa, la lucha, el ánimo y la esperanza de ellos. Nos desean un
feliz Año nuevo y nos mandan bendiciones.
Gracias Alejandro y María por esta oportunidad, por darnos el gusto de ayudar.
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