Pues un niño que nace no tiene pasado, ni nada que conservar, ni miedos que lo paralicen... sólo tiene un futuro y muchas ganas de vivir.
Un niño que nace, sea en Belén, México o Madrid, cuenta con la solidaridad y amor de los que ya viven aquí, en este planeta, para creer que llegar a este mundo, sea por poco o mucho tiempo y esté en las circunstancias que esté, vale la pena.
Con mi deseo de que esta Navidad renazca de nuevo la esperanza... Y la fe en la humanidad... Y la confianza en Dios.
Alejandro.
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